El autoconocimiento en educación, por Raquel Blázquez
¡Hola lectores y lectoras! Espero y os deseo que hayáis pasado una buena semana y disfrutéis de este puente para descansar, disfrutar y recargar energías para el sprint final que nos espera. Hoy os traigo una nueva colaboración para la sección de psicología educativa. ¿Creéis que es importante el autoconocimiento en educación? ¡Ese es el tema que nuestra invitada va a tratar hoy!
Para los que no la conocéis, ella es Raquel Blázquez, actualmente trabaja como psicomotricista, psicóloga infantil, familiar y de crecimiento personal. Comenzó su vida profesional como educadora infantil, al mismo tiempo trabajaba y estudiaba. Tiene muchos años de experiencia y está siempre en continua formación hacia la horizontalidad profunda con la infancia. Así que… ¡os dejo con sus palabras!
El autoconocimiento en educación
Empiezo agradeciendo este espacio a Juan Miguel y su propuesta de colaboración. Es un placer poder aportar cosas bonitas donde todos sumamos y remamos en la misma dirección, la educación, la crianza y la infancia.
¿Cómo veo el camino en la educación desde mi mirada?
Desde que inicié mi camino en la educación en el 2008 hasta ahora, miro atrás y me entusiasma ver como la educación va avanzando. Aunque tengo que ser de todo sincera y decir que noto grandes saltos evolutivos en muchas otras áreas mientras que la educación parece ir más despacio.
Veo que un gran cambio se está dando en la educación y en la crianza en general. Somos más conscientes de lo que queremos para los peques. Gracias a las nuevas tecnológicas y al alcance tecnológico, disponemos de mucha información a nuestro alcance.
Muchas ponencias gratis, proyectos de colegios, escuelas y ayuntamientos que favorecen los encuentros y la creación de tribus para crecer acompañados. Al mismo tiempo que me preocupan partes que aún están ancladas en el pasado y que a pesar de los recientes estudios científicos siguen sin cambiar en la educación.
¿Por qué cuesta tanto cambiar la mirada a la infancia estando rodeados de tanta información?
Desde mi humilde opinión, creo que ponemos el foco en el lugar equivocado. Miramos cómo podemos cambiar niños y niñas, cómo mejorar sus conductas inadecuadas, queremos que hagan cosas que no son y por supuesto no les dejamos SER. No nos paramos a mirar ni a revisar nuestras propias actitudes. Creo que lo más importante para el cambio en cualquier ámbito es mirar dentro de uno mismo, ese es el primer paso y luego vienen todos los demás.
El autoconocimiento como herramienta para comenzar un camino de verdadera transformación.
¿Por qué es tan importante el autoconocimiento en la educación?
Veréis, resulta que todo ser humano tiene una lógica privada que está hecha a base de las experiencias vividas y creencias respecto a diferentes temas (salud, dinero, amor, educación, trabajo, …). Esta lógica privada puede llegar a ser muy cerrada y creerse todo, aunque ni esté comprobado (“si estás descalzo en pleno invierno te vas a constipar”) o puede que esté más abierta y consigamos nuevos aprendizajes más enriquecedores (“siempre me han dicho que si ando descalzo en pleno invierno me voy a resfriar y resulta que he investigado y es un mito, no tiene ninguna base científica”).
Esta lógica privada junto con nuestro niño interior, es lo que somos de adultos, lo que da forma a nuestros comportamientos. Con ella damos respuesta a nuestras relaciones interpersonales. Si nuestra lógica privada nos dice que no tenemos que llorar, que hay que sacar pecho y salir adelante sin mirar esa emoción, ¿qué le decimos a los niños cuando nos muestran esta emoción?
Si nuestro niño interior tiene miedo a salir a explorar por zonas peligrosas o mancharse porque cuando era pequeño siempre le decían que era peligroso y que estaba mal, ¿cómo actuaré con los alumnos cuando toque ir de excursión o realizar un trabajo de plástica con témperas y manos de niños de 3 años? Seguramente nos pondremos tensos, verbalmente animaremos a pintar y explorar, mientras nuestro cuerpo dirá: “que acabe esto ya”.
¿Cómo puedo enseñar a un niño a escuchar su cuerpo si yo no lo hago con el mío?, ¿cómo puedo ayudar a un niño a organizar sus emociones si no lo han hecho antes conmigo? y ¿cómo le ayudo a explorar si yo no he vivido esa exploración antes con todos mis sentidos?
Por eso está bien hacerse ciertas preguntas; ¿cómo ha sido nuestra infancia?, ¿qué profesores tuvimos?, ¿ahora somos adultos con una buena autoestima, seguros de nosotros mismos?, ¿tenemos miedo al fracaso, no dejamos ver nuestra vulnerabilidad, pedimos ayuda si la necesitamos? y ¿qué necesito trabajar en mí para crecer y ofrecer lo mejor a los niños y niñas?
¿Qué pasa cuando realizamos un proceso de autoconocimiento?
Cuando hacemos un análisis y buceamos por la parte de abajo de nuestro iceberg, miramos nuestra infancia, nuestros primeros vínculos y círculos sociales. Al hacernos conscientes de nuestro mundo interior, nos damos cuenta de por qué nos vemos reflejados en algunos niños y niñas y por qué nos cuesta más ver y llegar a otros.
A nuestra generación digamos que no se nos validaban mucho nuestras emociones, por lo que cuesta organizarlas y cuando los peques necesitan que se las organicemos, no tenemos ni idea de por dónde empezar y no sólo eso, nos pone nerviosos y queremos evitarlo a toda costa. Saber y conocer desde dónde queremos trabajar con los peques y para qué, desde mi experiencia, es fundamental.
El autoconocimiento de los profesionales de la educación, va a ofrecer un círculo de seguridad a los alumnos donde puedan desarrollar todas sus capacidades sintiéndose queridos de manera incondicional, siendo lo que quieran ser sin tener que actuar para ser queridos y obtener sentimiento de pertenencia, sin miedo a equivocarse. ¿Os imagináis viviendo los errores como aprendizajes en lugar de fracasos? y ¿cómo cambiaría la forma de aprender?
Tenemos una oportunidad de aprendizaje en cada dificultad con la que nos encontramos en el aula. Un reto y una superación. Y es que en realidad ellos son nuestros verdaderos maestros, los que nos muestran qué tenemos que trabajar de nosotros mismos. Los que nos invitan a crecer y florecer en las adversidades.
¿Qué ocurre cuando no nos conocemos?
No reconocer las emociones y necesidades de uno mismo, supone no verlas en los demás. ¿Sabéis qué suele ocurrir cuando los niños nos hablan de sus necesidades? Pueden pasar dos cosas, que nos sintamos cómodos siguiendo y atendiendo estas necesidades, o que no queramos comprometernos porque no sabemos cómo gestionarlas. Entendiendo que las necesidades pueden ser “juega conmigo, ayúdame, valida mi frustración, organiza mis sentimientos…”
¿Qué ocurre en el segundo caso? Las necesidades se quedan en el aire y los niños reciben mensajes equivocados como: “no llores”, “venga que no es nada”, «no vayas a jugar porque es peligroso”, …Y ante estos mensajes incoherentes, ellos tienen comportamientos que son inadecuados y que queremos erradicar sin tener en cuenta la base de éstos. Y es entonces cuando ponemos todo en sus manos, sin darnos cuenta de cuál es nuestra actitud ante estas necesidades, si hay algo que resuena en mi de mi propia infancia y que no puedo gestionar.
Puede ser que en mi infancia no me dejaran enfadarme, ni llorar y cuando en mi clase se dan estas emociones, me altero, quiero que paren porque mi lógica privada me dice que está mal, que es algo peligroso. Sin embargo, si soy consciente de esto, puedo trabajarlo, empezar por aceptar y buscar la manera de aprender la emoción desde un lugar más consciente.
¿Por dónde empezar a dar importancia al autoconocimiento?
Existen ya muchos cursos y formaciones a la disposición de cualquier persona que se relaciona con la infancia, todos bajo un prisma de respeto por la educación y los ritmos individuales de cada niño y niña y donde hay un apartado importante destinado al crecimiento personal o formación personal.
Desde aquí os invito a que valoréis estos cursos. Cada vez hay más profesionales conscientes de su actividad, de su forma de vivirla, trabajando sus fortalezas y cosas a mejorar para dar lo mejor de sí. Y, por consiguiente, ayudar a sus alumnos a reforzar sus propias fortalezas y ayudarle a trabajar las áreas a mejorar desde la aceptación y el acompañamiento, sin querer cambiar niños y niñas por robots.
Mi deseo y propuesta pedagógica para el futuro próximo
Ojalá pronto la educación de un paso más hacia la asignatura del autoconocimiento. Que exista una asignatura que enseñe cómo funciona nuestro cerebro y nuestras emociones, para saber escucharlas, vivirlas y gestionarlas, sin que se queden guardadas y salgan en el momento más inapropiado. Que esta asignatura sirva para fortalecer su autoestima, la aceptación y la resiliencia. Porque está comprobado que los niños y niñas felices aprenden mejor.
Os dejo por aquí la web de Raquel Blázquez por si queréis visitarla: crecer con amor .
Su instagram: crecer con amor.
-2 Comentarios-
El autoconocimiento y desarrollo no acaba nunca. Desde la niñez es importantísimo salir de la zona de confort, explorar y tener vivencias positivas o negativas. Ello nos ayuda a ser más empáticos.
Estamos en continuo aprendizaje, así es. Las experiencias y vivencias que tenemos nos transforman y nos pueden hacer crecer si sabemos observar. Esto siempre ayuda a ponernos en los zapatos de otras personas con distintas experiencias y mochilas a su hombro. ¡Gracias Antonio por tu comentario!