¿Es necesario TENER VOCACIÓN para ser buenos docentes?

¡Hola lectores y lectoras! Espero y deseo que hayáis pasado un buen fin de semana, ahora nos espera una semana intensa pero es el sprint final en estas dos últimas semanas que nos quedan. Ahora mismo todos estamos inmersos en las evaluaciones finales para ponerlas notas a nuestro alumnado después de un trimestre intenso que llega a su fin. Por eso os ánimo para que resulte lo más llevadero posible. Hoy quiero reflexionar y compartir con vosotros sobre si es necesario tener vocación para ser buenos docentes.

Hoy en día no se suele hablar mucho de vocación docente pero siempre está presente en todas las decisiones que tomamos las personas antes, durante y después de hacernos docentes.

Podemos decir que la vocación puede estar presente en un gran colectivo de personas y se desarrolla en todas las profesiones como, por ejemplo, en la medicina, en las ciencias, en la psicología y en el derecho se habla mucho también de vocación.

La vocación docente es una tendencia que tiene una persona para dedicarse a la docencia. Esta puede proceder de experiencias previas en su infancia, de pensamientos, de emociones y sentimientos, de conocimientos, experiencias y prácticas durante el estudio de la carrera o de la inspiración.

En este caso, es un sentimiento que nace dentro de nuestro interior y sentimos auténtica pasión por la educación y desarrollar todos los procesos que en ella se dan. También debemos de tener presente si solo es un deseo de vocación o una vocación real.

¿Qué características debe tener un docente con vocación?

Para elaborar esta respuesta, parto de mis experiencias como alumno que ha pasado por todas las etapas educativas incluyendo la Universidad, los compañeros que he tenido en cada etapa de mi vida hasta hoy en día y las familias que me acompañaron desde el primer día que trabajé como maestro.

Lo primero que debe tener integrado como valores son: ser bondadoso/a y ser paciente para transmitir bondad y paciencia a su alumnado, a sus compañeros de trabajo y a las familias del grupo-clase.
El placer por la enseñanza y el aprendizaje forma parte del mismo proceso y el amor a la infancia. Un docente motivad@ buscará estrategias para ayudarlos y superar así las dificultades. La vocación nos impulsa a conseguir metas y/o objetivos año tras año.
Mantiene la esperanza de que se puedan producir cambios en la educación. Acepta que el punto de partida siempre es él mismo o ella misma, es decir, en su parcela. Estos docentes piensan que, si cada uno desde su parcela empieza a cambiar, todos juntos cambiamos.
Es capaz de trabajar en equipo respetando y aceptando la diversidad de cada uno de ellos.
Tiene la resiliencia suficiente para conocer los factores estresantes de su trabajo y buscar soluciones a éstos.
Maneja diferentes estrategias de intervención para cada alumno como ser único, irrepetible y en continuo desarrollo.
Tienen diferentes estrategias de intervención y son grandes observadores/as para el alumno que no aprende de la misma forma que el resto del grupo clase.
Son capaces de formarse para conocerse mejor a sí mismos y así poder tener un mejor dominio del estrés.
Disfruta y tiene interés en ayudar a sus alumnos en su desarrollo personal y social.
Tiene aptitudes para la comunicación, la capacidad de interacción y la creatividad. Además tienen empatía y facilidad para comprender a las personas e identificar sus necesidades e intereses.
Muestra interés por el conocimiento y por la cultura. Su motor en la vida es aprender para ser capaz de abrir mentes y abrir nuevas puertas al desarrollo de las personas.
Posee la habilidad para saber relacionar los contenidos que se dan en la escuela con la vida cotidiana de los alumnos y ponerlos a su nivel de conocimiento para que las puedan asimilar.

Conclusión

La vocación docente se nace con ella o se puede ir adquiriendo con la práctica diaria en las aulas. La vocación hace que los maestros se construyan cada día y lleguen a ser mejores personas. De esta manera desarrollan experiencias, logros, éxitos y fracasos.