[LAURA CERDÁN] El problema de cómo establecer límites
¡Hola lectores y lectoras! Espero y deseo que hayáis pasado una buena semana. Ahora nos espera un fin de semana para descansar y disfrutar del tiempo libre con nuestros seres queridos. Hoy os traigo una nueva colaboración para la sección de psicología educativa. ¿Creéis que es importante establecer límites? ¡Ese es el tema que nuestra invitada va a tratar hoy!
Para los que no la conocéis, ella es Laura Cerdán, actualmente trabaja como psicóloga y psicopedagoga, especialista en ayudarte a encontrar soluciones a tus problemas o los de tus peques. Trabaja como psicóloga clínica desde 2005 y lo compagina con la docencia desde 2006 en un Instituto de Formación Profesional. Así, que, ¡os dejo con el post escrito por Laura Cerdán!
El problema de cómo establecer límites
Una de las dificultades más frecuentes de la crianza es cómo establecer límites que funcionen. No son pocas las familias que se quejan de que no saben qué hacer para establecer ciertas normas, de que a menudo sus hijos no hacen caso, y de que se enfrentan a muchas situaciones en las que los niños se comportan como pequeños tiranos que mandan sobre sus propios progenitores. Y muchos se preguntan: “Si hacen esto ahora, ¿qué no harán cuando tengan 15 años?”
Muchos de estos casos están reflejando un problema educativo muy frecuente en nuestros días: la dificultad de muchos padres y madres para poner límites firmes y eficaces a sus hijos desde sus primeros años.
Y es que, es muy importante poner límites a los niños. No sólo porque así la convivencia es más armónica, sino también porque los niños son los primeros interesados y beneficiados de que se les marquen unas normas que, además de infundirles seguridad, les van a permitir adaptarse mejor a las normas y límites sociales en su vida social y adulta. Los niños necesitan saber hasta dónde pueden llegar en su relación con su entorno. Y esto se consigue enseñando aquellos límites que consideremos necesarios.
Cuando no se ponen límites
No poner límites, poner demasiados y poner límites no ajustados a la edad del niño es contraproducente. Los límites aportan seguridad y estabilidad, ya que son una guía que ayuda al niño a saber qué está bien y qué está mal. Esos límites deben ser siempre los mismos para que el menor entienda que algo que está mal, como insultar a mamá, está mal ahora y en el futuro. Los límites que impongan los padres van a ayudar a transmitir valores y a dar seguridad al menor.
Educar sin límites es enseñar al menor que todo vale y esto hará que probablemente tenga dificultades en sus relaciones sociales (actuales y adultas), ya que no habrá aprendido a respetar los límites de los demás. La falta de límites aporta inseguridad ya que el niño no sabe qué puede y qué no puede hacer. Crecer sin límites sería como para un adulto conducir por una carretera donde no hubiera ninguna señal que nos indicara el desvío a tomar y no nos advirtiera de una curva peligrosa ni nos indicara el límite de velocidad.
Consecuentemente, la inseguridad provocada por la falta de límites hace que el niño desarrolle una baja autoestima y poca tolerancia a la frustración. Con toda probabilidad, será un niño caprichoso, con poca capacidad de espera y falta de control respecto a sus propias emociones. Sus relaciones sociales se verán afectadas y esto mermará también su autoconcepto y autoestima.
Así pues, como parte fundamental de su desarrollo, es esencial marcar límites de manera positiva, entendiendo que poner límites no tiene por qué suponer educar en el autoritarismo sino, en el respeto, la confianza y la empatía.
Límites no consistentes
Uno de los problemas más habituales para las familias suele ser la falta de consistencia a la hora de poner límites. “Cuando NO significa SI, A VECES, o QUIZÁ”. Es decir, le estamos diciendo ‘no’ al niño, pero no lo hacemos con firmeza, o un día le decimos “no” pero, al día siguiente le permitimos esa misma conducta que ayer prohibíamos con ahínco.
El resultado es que el niño sigue realizando aquella conducta que deseamos reconducir y/o extinguir. Este tipo de límites son ambiguos, a veces se imponen y otras no. Esto genera un mensaje contradictorio en los niños. Si queremos que nuestro peque no salte en el sofá, no debemos permitir que salte en el sofá nunca, ningún día de la semana, no solamente el día que nos sentimos con fuerza para imponer esta norma. Y a veces, por evitar un conflicto, por cansancio, etc., permitimos conductas que anteriormente estábamos prohibiendo. Como decía, esto es contradictorio y confuso.
El resultado de los límites que resultan inconsistentes es la no instauración de éstos. Y aquí es donde a veces los progenitores acaban perdiendo la paciencia, cuando tienen que repetir una y otra vez las cosas y, probablemente, acaban gritando. El problema no es que el niño no haga caso, el problema es que el adulto no ha trabajado bien ese límite.
¿Qué hacer para establecerlos de manera correcta?
Establecer límites firmes no significa emplear castigos u otros métodos punitivos sino, al contrario, actuar con serenidad, pero con firmeza y de manera consistente.
- Para empezar, debemos tener claro qué limites queremos establecer y centrar nuestro mensaje en la conducta a reconducir y/o extinguir.
- El mensaje debe ser claro y concreto. Decirle a un adolescente “vuelve pronto a casa” es bastante ambiguo y libre de interpretaciones. Es preferible decirle claramente lo que esperamos de él, por ejemplo “vuelve a casa a las 21h”.
- Es necesaria la constancia. Como decía, establecer hoy un límite y mañana no sólo genera confusión al menor. Aunque suponga esfuerzo, los límites deben trabajarse cada día de la semana, todos los días del año.
- No hace falta gritar para establecer un límite. Como decía anteriormente, dar las órdenes o instrucciones en un tono de voz tranquilo y calmado puede trasmitir más firmeza que dar un grito. En realidad, al gritar, lo único que estamos transmitiendo es que estamos empezando a perder el control en uno mismo.
- A veces los adultos ligan un límite a un castigo. Yo recomiendo suprimir ese castigo y sustituirlo por una consecuencia. Si un niño ha pintado la pared del salón, es preferible hacerle limpiar esa pared que castigarle sin ver la tele.
- Es necesario actuar en consecuencia. Si el niño sabe que papá o mamá le harán limpiar la pared si la pinta, probablemente no lo hará más.
Finalmente, debemos tener claro que cuanto antes se empiezan a trabajar los límites, más fácil resultará que el menor los interiorice. Los adultos somos nosotros y, como tales, es nuestra misión ayudar a los pequeños a tener estrategias y recursos para desenvolverse de manera óptima en su vida adulta. Para conseguirlo, debemos establecer límites, perderles el miedo y entender que, con amor y respeto, se pueden establecer de manera efectiva.
Os dejo aquí la entrevista que le han hecho en la revista “hola” y su colaboración en el periódico “El País”
Además, os animo a visitar su Instagram porque hay un montón de cosas interesantes. 🙂
RECOMENDACIÓN EXTRA: El autoconocimiento en la educación
-10 Comentarios-
Que importante los límites para crecer en esta vida, para que cuando sean adultos puedan decidir y decir no a personas que no tengan buenas conductas hacia ellos.
Muy interesante y complicado se nos hace a los padres muchas veces establecer límites, el ritmo acelerado de vida que llevamos impide no ser conscientes en muchos momentos de nuestros errores, gritamos y/o pasamos por alto muchas conductas.
En realidad, merece mucho la pena trabajarlo porque las consecuencias en un futuro pueden ser muy enriquecedoras para la persona.
Muy buen artículo. Un saludo
¡Genial Laura por escribir este post y Juanmi por compartirlo! Para mí lo esencial es que vean creíble esos límites, es decir, te quedas sin tablet o aquello que le guste y que realmente se queden sin ello. De lo contrario siempre tensarán la cuerda para ver nuestro punto débil. Gracias.
¡Muchísimas gracias Raquel, Pilar y Antonio por vuestros comentarios! Efectivamente, los límites son útiles no sólo para los adultos sino también los niños, ya que les enseñan hasta donde pueden llegar y les dan seguridad.
¡Qué genial este post! La verdad es que muy complicado poner límites y que entiendan las consecuencias de sus actos.Ahí es donde está la clave, porque de nada sirve que les pongamos límites si ellos no entienden la importancia de comportarse de una determinada manera. Eso cuando son muy pequeños es complicado, pero este artículo aporta muchísima luz:) Muchas gracias a ambos por esta maravillosa publicación.
No somos nadie sin los límites, es una de las cosas que nos hace crecer como personas.
Muy bueno este tema. Este blog es una buenísima referencia para educar.
Elisabet, me alegro mucho de que te haya gustado el artículo. Como dices, poner límites es muy complicado. Por eso es importante trabajarlos desde que son pequeños. Con paciencia y amor, se pueden instaurar mucho mejor.
Trini Prado, muchas gracias por tus palabras. Como bien dices, los límites son totalmente NECESARIOS.
¡Buenos días lectores y lectoras! Aquí os dejo un nuevo artículo de la psicóloga y psicopedagoga Laura Cerdán publicado en el periódico «El País» el 6 de febrero: https://elpais.com/mamas-papas/familia/2022-02-06/por-que-las-reprimendas-y-los-castigos-no-benefician-el-desarrollo-de-tu-hijo.html.
Espero y deseo que os guste tanto como a mí
Hay que establecer límites en la educación familiar, escolar para mejorar la convivencia entre iguales. Sin límites no hay progreso educativo en las personas ya sean niños o adultos.